martes, 13 de octubre de 2015

Informe Independencia, Por José Manuel Ruiz Regil


I

Un fuerte sobresalto dejó en silencio la ciudad. Los segundos que siguieron a aquel temblor se llenaron de un pánico compartido que sensibilizó más que cualquier otro evento catastrófico en la historia de los últimos años. Los ojos de unos buscaron respuesta en las mudas bocas de los otros. Más tarde los oídos se saturaron con hipótesis, suposiciones, imaginaciones y versiones de los hechos que lo único que provocaron fue un estupor generalizado.

Los medios de comunicación se contradecían entre sí, pretendiendo cada uno ofrecer a la población una versión más acuciosa de los hechos. Periodistas independientes, investigadores emergentes, estudiosos geógrafos, geólogos, ingenieros en acústica y en mecánica de suelos, a cual más, se adjudicaron la responsabilidad social de explicar aquel fenómeno. Pero ninguna respuesta satisfacía a cabalidad el origen y el destino de aquella sacudida del 15 de junio del año 2013, en la Ciudad de México.

A los pocos días el registro de un nuevo pero más alargado temblor se comentó en aquel lugar. Esto dio pie a recrear la primera sensación, y hubo consenso en que desde la primera vez, y de manera constante, se había percibido en la atmósfera un insistente zumbido que crecía en volumen a medida que pasaban los días.

Expertos discutían sobre la veracidad de esta afirmación cuando una nueva sacudida cimbró el primer cuadro de la ciudad, acompañada de, ya no un zumbido, sino un chirrido ensordecedor que alertó mucho más a las autoridades y llenó de pánico a la población. Desde ese momento una constante ondulación de las calles y avenidas anunció una transformación inminente. Nada volvería a ser igual. El futuro era más incierto que nunca y la amenaza sin nombre alimentaba la imaginación de todos cuantos veían caer edificios, monumentos y muebles públicos a su paso.

Apareció el primer reporte cívico, subido a la red por un usuario de twitter con la cuenta @yoloviprimero. Decía: “Es increíble. Salió del lago de Chapultepec arrastrándose como un gusano”. La reproducción del retrato hablado circuló casi al mismo tiempo. Las pantallas de televisión y las redes sociales publicaron versiones a cual más disímbolas del supuesto alien rastrero. La atención colectiva llevó sus ojos al piso y todas las precauciones de seguridad se orientaron hacia los pisos altos de los edificios. La gente salía con pánico a sus labores, esquivando tuberías de agua, gas o detritus que repentinamente brotaban ante su paso. Cerraron las escuelas. Todo mundo se pertrechó detrás de su aparato televisor confiado en que el "hermano mayor" sobrevolaría la desgracia, informándoles las coordenadas de su seguridad.

Algún temerario ignoró las recomendaciones hechas por Protección Civil y, jugándole al Indiana de petatiux, quiso interceptarlo a su paso descolgándose desde el balcón de la Columna de la Independencia, luego de lanzar un latigazo con el que logró asirse a una de sus astas y montar sobre el caparazón. Las fotos que se muestran en el adendum 3 de este informe constatan la veracidad de esta declaración, y fueron tomadas justo antes de que la alimaña sobrealimentada se quitara, como quien espanta un mosquito en el oído, al héroe efímero con una de sus ágiles tenazas de hojalata recién desarrolladas.

Cerraron los negocios, las plantas bajas, los primeros pisos, los estacionamientos. La ciudad elevó sus precauciones y su estilo de vida a nivel de penthouse. Desde esa perspectiva se podía abordar el problema con más calma. Pero como suele suceder en estos casos de desastre, los más desprotegidos y carentes de posibilidades materiales pagaron las consecuencias de su inmovilidad. Vendedores ambulantes del Eje Central Lázaro Cárdenas dieron su último pregón antes de quedar estampados sobre el diseño bidimensional de su antes expandido toldo fuscia. Un joven coyote de la Colonia Buenos Aires, que no le había dado la suficiente importancia al tema, pero que estaba al tanto de lo que sucedía, en una rápida exploración que hizo en su bicicleta al centro de la ciudad pudo ver, como por un guiño del destino, al monstruo en cuestión. A diferencia de lo que hubiera hecho cualquier otro ciudadano 2.0, éste se guardó la información y prefirió estudiar el comportamiento de aquel ser extraño, por su cuenta, unos días. Suponemos que, de alguna manera, este sujeto fue una de las primeras víctimas. La siguiente descripción fue hallada en un cuaderno escrito con faltas de ortografía, después de las excavaciones hechas en la zona Cero. Los dibujos, dignos de un gran observador, se anexan al final de este reporte.

Un caracol gigante. Se arrastra sobre el asfalto derritiéndolo todo a su paso. Parece que su piel es altamente corrosiva. Despide un olor a caño insoportable.

En otra hoja, luego de varios garabatos: Parece que se alimenta de basura y desechos orgánicos. Su respiración es la de un organismo muy agotado. Por momentos parece desesperado. Los sonidos que emite son parecidos a los chirridos de un cerdo a punto de morir.

II

Algunos voluntarios se enfrentaron cuerpo a cuerpo con el monstruo, arriesgando innecesariamente sus vidas, con la ilusión de salir en las noticias como héroes en caso de lograr vencer a aquel desatino de la naturaleza. Un aguerrido joven se lanzó contra la bestia con un lanzallamas. Descubrieron entonces que era vulnerable al fuego. Sus largas y bifurcadas astas de reno, que más bien evocaban una arborescencia boscosa rematada en ojos, envolvían a sus víctimas y las inyectaba de paranoia. No necesitaba tocarlas, simplemente, dirigía sus globos oculares cuyas pupilas palpitantes se dilataban y contraían, creando una onda psicodélica que los hacía entrar en un estado alterado parecido al delirium tremens. La mirada múltiple se dirigía a su vez al centro vital del condenado y éste caía inerte de inmediato. Luego dejaba escurrir una baba sutil que goteaba minuciosamente, distribuyéndose por las coyunturas de sus astas y regaba de ácido clorhídrico a su presa, la cual desaparecía convertida en una nube de gas melancólico.

"La parte superior de la cabeza se abre y se cierra a voluntad, dejando escapar, según la ocasión diferentes remates que le sirven para enfrentarse a su enemigo o allegarse más alimento. Hasta el momento se sabe de dos remates posibles. Uno, que sale del cenit de su bóveda craneal, es una cornamenta arborescente rematada de ojos, los cuales despiden reflejos de luz, como si sus pupilas fueran espejos que rebotan la imagen del sol; y otro es una cabeza de serpiente cuya lengua bífida puede ser tan rígida como la espada mejor templada de doble filo, y además, verter a través suyo un fluido cicatrizante que cauteriza las heridas provocadas por mutilación."

Por muy temible que fuera aquella amenaza la unidad de inteligencia de la ciudad habría sabido establecer una estrategia para inmovilizar a la fiera. Y procedieron a trazar un plan, cercando los posibles vías de regreso a su origen en Chapultepec.

Cuando la noticia fue publicada por los medios, el sensacionalismo en parte, y el acelerado desarrollo del fenómeno convirtieron la incipiente descripción en algo parecido a: Una enorme babosa que se alimenta de todo lo que encuentra a su paso, principalmente basura orgánica. Por suerte, en México todavía dicha práctica no se había extendido como era deseable, por lo que el monstruo no pudo ingerir la cantidad de combustible que su ansia le demandaba, y por lo tanto su tamaño no llegó a ser tan grande como pudo haberlo sido si su aparición hubiese ocurrido en un país desarrollado. Sin embargo, su sofisticado sistema olfativo detectó a no muchos kilómetros del centro un depósito de desechos orgánicos que estaba en proyecto desde hacía varios sexenios para convertirse en una planta de reciclaje. Así es que sin dudarlo orientó su pesada existencia hacia el noreste de la ciudad.

Mientras las autoridades se organizaban -lo cual al día de entrega de este reporte todavía no acaba de suceder-, grupos espontáneos de caza aliens, autodenominados freakbusters o defensores de la libertad subieron a las azoteas de la zona y desde ahí monitorearon los movimientos del híbrido fantástico. No estaban ya tan preocupados por su taxonomía como por su detención. Estaban decididos a acabar con él antes de que acabara con ellos sin motivo alguno.

Otros testimonios declararon: Gelatinoso, semi-transparente, emite un sonido viscoso al caminar, producido por el roce de sus pliegues. Se adivina su interior como una masa acuosa formada por pequeñas burbujas de consistencia parecida a la tapioca. Sobre ese cilíndrico y pegajoso cuerpo descansa una enorme espiral que funciona a la vez como refugio, escudo y arma. Ese caparazón de evocación galáctica oscila hacia uno y otro lado cuando avanza, golpeando ambos lados de la calle y causando cuantiosos destrozos.

Cuando el monstruo se topa con un oponente, sin importar su tamaño o magnitud de la amenaza que represente para él, su cuerpo se estría alcanzando alturas superiores a los edificios más altos. Aquella columna exhibe entonces lo que sería un largo abdomen marcado por los músculos tan tensos como cables de puente colgante, y cuando llega al punto más alto se deja caer en peso muerto, aplastando irremediablemente todo lo que queda debajo.

Además, se ha descubierto que a medida que ingiere materiales no orgánicos sufre velocísimas mutaciones que se expresan en la aparición de miembros imposibles, como lo demuestra el par de tenazas de lámina que desarrolló en una sola noche al digerir un automóvil abandonado en la calle de López, cercana a la zona donde se ha llevado a cabo la cacería. La forma en que los vecinos del centro se han organizado para cercar esta amenaza es por medio del fuego. Las calles próximas a la alameda se han encendido de antorchas y gritos humanos que compiten en estridencia con los lamentos del fenómeno que no se sabe si clama piedad o amenaza a cambio de alimento.


III

-¿Lo viste? –Preguntó a Martina la señora Ovalle.

-Me vio él a mí. –Respondió titubeando asustada la chica, mientras daba el último jalón al mecate con el que aseguraba la caja de sus pertenencias antes de salir rumbo a su pueblo natal.

-Juro que lo vi anoche en mi recámara. No estoy loca. Se asomó a la luna de mi espejo. Pasé la noche escondida en el ropero hasta que amaneció. –Declaró otra testigo.

Noche a noche la noticia fue comentada puntualmente por Joaquín López Dóriga en su espacio televisivo:

-Y con respecto al alebrije gigante, oiga usted, le informo que el saldo que ha dejado al día de hoy, después de dieciocho días, sí, fíjese, dieciocho días –y la policía no hace nada- es de mil ochocientas setenta y tres víctimas. La mayoría de ellas muertas por aplastamiento y otros por contacto con las sustancias ácidas que exuda por la piel, si es que así se le puede llamar a la superficie de su cuerpo. Así es que si no tiene nada que hacer, por el centro de la ciudad de México. Es más, yo le diría, aunque tenga algo que hacer, no vaya al centro, podría usted perder, perder la vida, le digo. Titubeó y agregó a la nota: me informan en este momento que se han recuperado algunas víctimas, sólo que la secretaría de salud pública pone sobre aviso a la población de que es probable de que una vez tocados por el monstruo, se sufran mutaciones de consecuencias inimaginadas. Tome sus precauciones.

Sin embargo, grupos reaccionarios salieron en defensa del infausto espécimen y alegaron que no se podía atentar contra su vida así como así. Que era responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México tomar muestras de tejido de sus diversas extremidades y analizarlas para conocer el origen de aquel fenómeno. A lo que una gran parte de la sociedad civil organizada y apanicada se opuso, anteponiendo el valor de la seguridad por encima del de la ciencia.

Ante esto un pequeño grupo de intelectuales, encabezados por el escritor y balonpiéaficionado Paco Ignacio Taibo II, decidió mediar las acciones y sentarse a negociar con el enclenque músculo en reposo de la fuerza pública y la facción de tarea de la Asociación Cacerolas Sublevadas de Madres Levantiscas de la Sagrada Ovulación. Aguerridas amazonas dispuestas a todo con tal de garantizar la salud y permanencia de sus pegostes.

-Muy bien, entusiastas defensoras de la patria. –inició así su discurso el escritor, en el kiosko de la Alameda. –Es momento de demostrar de qué lado está el poder y la conciencia. No podemos permitir que un engendro de esta naturaleza cambie nuestro estilo de vida y mucho menos dejar indolentemente nuestra gente a la deriva para acabar siendo alimento de un ser mutante de semejante naturaleza, o quedar aplastado entre su asquerosa corpulencia y algún edificio de gobierno. Recuperemos la calma y establezcamos una manera estratégica de actuar.

-Hay que aprovechar que ya sabemos que le teme al fuego. –Expresó una doña esgrimiendo una antorcha formada con un palo, trapos viejos y gasolina. A lo que muchas otras asintieron con un grito unísono de guerra:

-¡Aaahhhhh!

-Está muy bien, señoras. –Siguió el intelectual-. Ya sabemos cómo arriarlo hacia su celda definitiva. Sólo tenemos que determinar cuál será este espacio, lo que vamos a hacer con él y cómo esta herramienta de contención nos puede servir también para atraerlo.

-¡Tenemos que ofrecerle una carnada! –Expresó una mujer que sacaba la mitad de su cuerpo de un balcón, gritando por encima de la multitud que se extendía cruzando Avenida Hidalgo hasta el barrio de la Santa Veracruz.

-Por lo menos sabemos que no tiene intenciones de comer humanos. Sólo come desechos orgánicos. –Replicó una voz anónima, que evitó identificarse cuando se le buscó.

-Nosotros somos orgánicos. –Precisó alguien al fondo, evidenciando el malinformado alivio.

-Pero hasta ahora las víctimas han sido colaterales. En ningún caso se reporta un ataque directo.

-Hasta ahora, porque ha encontrado alimento. Pero si uno llega a caer en su perímetro no discrimina hasta haberlo ingerido. Es entonces que desecha, transforma o deglute lo que va necesitando. Lo sé porque mi hijo puede verse a través de su piel. Va incrustado aquí aquí. Se le ve y casi oigo su voz pidiendo auxilio.

-Entonces habrá que marcarle un rastro de desechos en dirección a su destino final.

-¿Y cuál será ese?

-El edificio Independencia. –Se hizo un silencio inquisidor.

-Sí. Donde estuvo la estación de bomberos. A unas cuadras de aquí. Ahí se apagará el fuego.

-Donde ahora está el MAP. –Aclaró Taibo. Pero, ese edificio es patrimonio de la humanidad. Es modernista, lo acaban de renovar y …

-Estuvo cerrado mucho tiempo. Luego fue de Hacienda. Pero se sabe que en sus sótanos hubo talleres prehispánicos –Dijo un viejo. –No es mala idea. Seguramente este es el engendro enquistado de la conquista. Devolvámosle a la tierra este renglón torcido y empecemos de nuevo.

-Lo sepultaremos en el sótano. –Alzó su voz un ingeniero civil que al hablar se elevaba sobre la plataforma de una grúa por encima de la concurrencia. Y con altavoz explicó a sus conciudadanos la continuación del plan, una vez lograran atraerlo hasta la entrada de Revillagigedo con carnada orgánica.

Se formaron escuadras por calle. Cada una concentró en un punto de acopio la mayor cantidad de desechos orgánicos posibles para concretar la acción colectiva, que se fijó para los siguientes cuatro días a las 6 de la mañana. El día acordado a la hora precisa cada líder de calle estaba en la esquina junto con su escuadra de apoyo para poner el maloliente manjar que habría de atraer al yerro mutante a su sepultura.

IV

-¡Ahí viene!

-¡Que no se escape! ¡Ciérrenle el camino con las antorchas!

-¡Está despedazando la calle de Madero, y está recién arreglada!

-¿Qué pasa?

-Ya devolvió al hijo de la señora. Le pusimos una línea de hamburguesas de Mc.Donalds y luego de comerlas vomitó, y ahí salió el chico.

Un batallón de revolvedoras de ICA desfilaba por Paseo de la Reforma en dirección a Balderas. En poco tiempo rodearon el edificio del MAP. El ingeniero Coto daba instrucciones subido en una grúa telescópica similar a la del día del mitin. La captura se transmitió en cadena nacional, repartiendo por primera vez el rating por igual a todas las televisoras, sin que por ello algún sector se quedara sin posibilidad de verlo, o algún otro sacara provecho excesivo por captar el mayor número de televidentes. Aún así se pusieron pantallas gigantes, no en el Zócalo, porque formaba parte de la zona Cero, pero sí afuera del Auditorio Nacional, en el Estadio Universitario y en el Estaduio Azteca. Todas las cámaras del Gobierno de la Ciudad apostadas en la ruta oficial se conectaron a una sola señal para poder ver, prácticamente, en un diámetro de 360 grados, el evento que por un momento uniría sin diferencias ideológicas todos los colores del espectro nacional.

Los artículos promocionales no se hicieron esperar. Pero como el monstruo mutante tenía tantas facetas había camisetas donde se representaba con patas de conejo que no se supo siempre si las tuvo realmente o si fueron adosadas por la imaginería supersticiosa de las clases populares. O si las perdió en algún enfrentamiento huichol. El fanatismo de algunos coleccionistas generó grandes especulaciones financieras acerca de la subasta del caparazón que se decía tenía propiedades curativas. Un extravagante millonario inglés, hizo un depósito por Pay Pal a un Hacker de una página en Facebook que empezó la puja, de 1 millón de dólares a cuenta del trofeo.

Una línea recta de hedor prometía un continuo manjar tan largo como la Avenida Juárez custodiada de antorchas y una muchedumbre enardecida que gritaba Paz, paz, paz, paz. Al dar la vuelta en Revillagigedo se hizo un silencio expectante. En medio de ese suspenso se escuchó el rugir de los motores de las revolvedoras de cemento que empezaron a girar sus lavadoras. Dentro del mítico edificio, bajando por la rampa del estacionamiento el zumbido ensordecedor del leviatán se confundió con el eco reverberado y el choque de la grava que al verterla para inundar el sótano del edificio se volvió una tapia, luego de cinco horas continuas de nutrirla de argamasa y secarla con turbinas de avión.

Al secar el último centímetro cuadrado de colado rompieron los vítores a todo pulmón. Aquel festejo cobró incluso mayor relevancia que las fechas patrias tan caducas y huecas. No hizo falta más grito que el de Paz y libertad para que todos se abrazaran y declararan desde entonces el día de la sociedad civil para recordar esta acción pacífica que les había salvado el futuro.

Tiempo después las autoridades siguen discutiendo a quién le corresponde el gasto de la reparación de los daños, si a la ciudad o a la federación. Han surgido propuestas en el congreso que sugieren la donación voluntaria de recursos para la reconstrucción. Pero hay quienes se oponen y no conformes con eso exigen una indemnización por parte del gobierno por los daños sufridos en sus hogares y negocios.

El Museo de Arte Popular ha cobrado gran relevancia al sumarle a la leyenda de su edificio la anécdota del monstruo sepultado en su sótano. Vox populli le llaman "el mausoleo de la bestia".

Taibo presentó un libro titulado Informe Independencia en el que narra el cuento de un escritor incipiente que queriendo participar en un concurso de cuento sobre alebrijes se puso a escribir una historia en la que describe la emergencia de un monstruo mítico que surge del lago de Chapultepec, que se alimenta de desechos orgánicos, y que a falta de una buena estrategia de inteligencia por parte de las autoridades, la sociedad civil se organizó acabando con la amenaza.

Corte a: López Dóriga a cuadro en una televisión Zenith de 14 pulgadas sobre una mesita de madera en una estancia clasemediera: ¿Recuerda usted a la bestia de chapultepec? Se han detectado brotes mutantes en iztapalapa. Si usted nota cambios bruscos de comportamiento en alguno de sus conocidos. llame al 01 800 700 bestia y evite todo contacto.

ADENDUM


2 comentarios:

  1. Este cuento de JosMan de humor negro, muy negro, es aterrorizantemente divertido. Habrá pues que tener cuidado con "El Monstruo de Chapultepec". Queremos recordarles a todos el número telefónico a donde llamar... por si las moscas. 01800700. Hace un minuto nos confirmaron que sí, en efecto se han detectado brotes mutantes en iztapalapa. Así que si usted nota cambios bruscos de comportamiento en alguno de sus conocidos. no deje de llamar al 01 800 700 y sobre todo mientras espera, evite todo contacto con el susodicho.

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